Trump vs Kamala, el periodismo en la era de los extremos
Tendencia detectada: podcasts de más de cuatro horas; regresa podcast de Peter Kafka; Internet supera por primera vez en la historia a la TV en Reino Unido; CazéTV destacado por el NYT;
Nota del autor: Hoy quiero compartirles que he sido invitado por YouTube para acudir a Made On, el evento anual en que YouTube anuncia sus principales novedades.
Los invito a estar atentos a la cobertura que estaré realizando desde Nueva York tanto en este espacio como a través de mis distintos canales, incluyendo el chat exclusivo para suscriptores.
Storybakers:
El martes 10 de septiembre quedará como un día de esos en que el periodismo es puesto a prueba.
Quiso el calendario que para México el periodismo tuviera una doble cita.
La primera, a distancia, con el debate presidencial entre Donald Trump y Kamala Harris.
La segunda, con la cobertura dada a uno de los más grandes culebrones en la historia de la política mexicana con la aprobación de la reforma judicial promovida por Andrés Manuel López Obrador.
Ambas en un contexto de polarización y promesas populistas.
Del Make America Great Again de Trump a terminar con la división de poderes en el nombre del pueblo.
Del debate entre Kamala Harris y Donald Trump, el periodismo ha salido victorioso.
Linsey Davis y David Muir se marcaron la mejor de las conducciones posibles en un debate presidencial de nuestros tiempos.
Sus intervenciones no daban espacio a que los candidatos mintieran sin que hubiera un señalamiento.
Y si bien tanto Kamala como Trump podían elegir sostener sus dichos, ahí quedaba la evidencia de que los conductores no se habían comido el bulo.
El más notorio, no tanto por profundo como por haberse hecho viral, fue cuando Trump habló de que los inmigrantes se estaban comiendo a las mascotas de los vecindarios.
En aquel momento, como en múltiples ocasiones, tanto Linsey Davis como David Muir advirtieron que no había reportes o pruebas que lo documentaran.
Y más valioso aún, ese instante en que cuestionaron a Trump respecto a si había o no reconocido su derrota en la elección presidencial con Joe Biden en una intervención pasada.
Ahí Trump dijo que lo había dicho sarcásticamente.
David Muir le respondió que no era notoria esa intencionalidad en el mensaje.
Fue un debate en el que los moderadores coquetearon con la entrevista.
Y esa combinación mucho menos rígida permitió un intercambio frontal de ideas, dichos y visiones.
A nivel digital, los medios hicieron lo suyo.
El fact-checking fue la constante.
Ahí destaca lo hecho por el New York Times.
La cultura pop estuvo presente.
Taylor Swift fue la tercera gran protagonista de la noche con su apoyo a Kamala Harris.
Lo hizo, además, con intencionalidad.
No sólo dejó en claro que su voto estaba con Kamala, ridiculizó a JD Vance, y por tanto a Trump, firmando como mujer sin hijos con gatos en referencia al comentario hecho por el compañero de fórmula del candidato republicano.
En estos tiempos, la victoria del periodismo no está libre de reproches.
Es más bien una garantía que los haya.
Desde el propio Elon Musk que reconoce que Kamala hizo un gran debate pero con la supuesta ayuda de los presentadores hasta los fanáticos de Trump que advierten que la derrota de su candidato fue en realidad producto del sistema que no quiere que vuelva a la Casa Blanca.
En realidad, las descalificaciones hacia los medios siempre han estado ahí.
Pero hoy el poder comunitario es tanto que cualquier verificación de hechos o argumentación que pueda parecer desfavorable, por más que se trate de hacer evidente una mentira, funciona como bumerán para el propio periodismo.
La industria está atrapada entre la verdad y los fanatismos.
Si se concentra en la verdad, habrá un amplio porcentaje que señale a la industria o a determinados medios de corruptos y de cómplices de un supuesto sistema.
Si se deja llevar por los fanatismos, acaba profundizando la ausencia de puntos medios que tanto daño le está haciendo a la sociedad.
Y es aquí donde amerita aterrizar en México para profundizar en la cobertura del día en que fue aprobada la reforma judicial promovida por López Obrador.
Los medios se dividieron en neutrales y militantes.
Los neutrales se dedicaron mayoritariamente a informar lo que ocurrió con la invasión de manifestantes al Senado y con las negociaciones que derivaron en que un senador de la oposición le diera a Morena el voto que requería para tener la mayoría calificada que permite modificar la Constitución.
Los militantes convirtieron sus propios medios y las redes en espacios en que se celebraban o se lamentaban como si se tratara de un partido de futbol entre dos acérrimos rivales.
Ninguno de los dos bandos políticos está limpio.
La oposición se desacredita a sí misma reprochándole a ese senador que lo apoyaron en las múltiples ocasiones en que él y su familia se vieron envueltos en problemas legales.
Vamos, que reconocen que apoyaron a un corrupto.
El partido en el gobierno habla de impulsar un nuevo sistema de justicia extorsionando a senadores de oposición para que se pasen a su bancada a cambio de eliminar carpetas de investigación tanto sobre ellos en lo particular como de sus familias.
El periodismo en México no está ganando.
En parte porque vive sometido a la dependencia de los ingresos gubernamentales.
En parte porque el fanatismo es tanto que las verdades que llegan a contarse son descalificadas como mentiras, inventos y complots.
En Estados Unidos aún existen medios que soportan el peso de cuestionar a una o varias figuras políticas sin temer por su supervivencia.
En México, los espacios para las voces más críticas se cierran.
A veces eliminando la incomodidad quitándoles un espacio a esas voces.
Otras tantas pegándole directamente al presupuesto que se invierte en ese medio.
El gran problema del periodismo en estos tiempos es que incluso cuando logra cumplir con su misión se termina viendo golpeado.
Eso ocurre cuando las opiniones van antes que los hechos.
Eso ocurre cuando a la política se le trata como futbol.
Shots para llevar
-Por primera vez en la historia del Reino Unido, el consumo de noticias en Internet superó al de la televisión.
Un reporte presentado por OfCom arroja que el 71% de los británicos se informa a través de sitios web y apps, mientras que el 70% lo hace a través de la televisión.
Las redes sociales dominan por amplio margen con el 52% utilizando Facebook, YouTube o Instagram para consumir noticias, un crecimiento de 5 puntos porcentuales con respecto al año pasado.
Entre las nuevas generaciones, la diferencia es aún mayor. Un 88% de los jóvenes entre 18 y 24 años se informan en línea.
Aquí una gráfica con el ranking de atributos por plataforma.
Y aquí el el notable crecimiento de YouTube con respecto al año pasado en lo que refiere a su rol como fuente de noticias.
Más información:
-Consulta el informe completo
-TV loses its crown as main source for news
CazéTV acapara la atención del New York Times
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