Taylor Lorenz: el gran talento periodístico sigue abandonando los medios para abrazar la independencia
CNN y Reuters lanzan muros de pago; audiencia de la Kings League y nueva postergación de la People's League; Jeff Zucker se asocia con Charles Barkley; Charli D'Amelio debuta en Broadway
Storybakers:
Taylor Lorenz se ha ido del Washington Post.
Como muchos periodistas que han optado por el camino independiente antes que por seguir trabajando para un medio.
Ninguna cabecera ha sido suficiente para retenerlos.
No lo ha sido el Washington Post.
Como tampoco el New York Times o Vox.
Sus razones son las de todos.
Falta de libertad para contar las historias que quiere.
Límites impuestos que no comulgan con la libertad que está buscando.
Un deseo de ir más allá de la simple realización de una nota para en verdad dialogar con su comunidad.
“I just wanted to get out of legacy media. I feel like it’s just really, really difficult to do the kind of reporting that I want to do on the internet within these kind of older institutions as a primary job. I like to have a really interactive relationship with my audience. I like to be very vocal online, obviously. And I just think all of that is really hard to do in the roles that are available at these legacy institutions.”
Lo de Lorenz se veía venir.
Ha sido desde hace tiempo una periodista con demasiada presencia en redes como para seguir siendo parte del sistema.
Su éxito con Extremely Online, libro que relata una serie de historias que ilustran la era de la fama digital, anticipaba que Lorenz sería demasiado grande como marca personal como para ceñirse a los criterios editoriales de un medio.
Su salida, a decir de muchos, se aceleró tras la filtración que se hizo de una Story privada en Instagram en la que Lorenz calificaba a Joe Biden como criminal de guerra tras acudir a un evento con creadores de contenido en La Casa Blanca.
Tras ser publicada por Jon Levine, uno de sus haters más públicos, Lorenz intentó negar la legitimidad de dicha imagen.
Aseguró que se trataba de una imagen editada.
Que ella no había publicado la imagen con ese caption.
Que era gente queriéndole hacer daño.
Pero NPR se encargó de obtener evidencia gráfica de cuatro personas distintas respecto a que esa sí había sido la publicación original de Lorenz.
El Washington Post advirtió que se tomaba muy en serio las posibles violaciones a los códigos de ética y principios editoriales.
Que investigaría el origen de dicha publicación.
Unas semanas después, Lorenz anuncia el lanzamiento de User Mag.
Una publicación en Substack que anticipa una aproximación más enfocada en el uso que la audiencia hace de las redes que de las principales novedades desarrolladas por las plataformas tecnológicas.
Taylor escribió lo siguiente en su post de lanzamiento:
“I will be reporting on the people and movements that are steering tech and internet culture, from weird online phenomena, to under-the-radar trends, to platform developments, to policy initiatives, to the powerful forces that shape our online world”
Advierte que comenzará por texto pero que de a poco incorporará publicaciones en audio y video.
Comparte también que pretende convertir User Mag en una publicación que abra la puerta a distintos colaboradores.
Muy en la linea de lo que han hecho medios como Puck o Axios con un crecimiento sostenido de distintos newsletters.
Es fácil comprender por qué se va Lorenz del Washington Post.
Es fácil concluir que le irá mejor por esa vía que como parte del sistema.
Es natural que los grandes talentos periodísticos opten por la independencia antes que por firmar un contrato que los acote a una sola publicación.
Lo que no es tan sencillo es definir hasta qué punto esa libertad de los periodistas tendría que implicar nuevas revisiones a sus procesos de trabajo.
Lorenz no ha estado libre de escándalos.
No sólo por esa polémica imagen en la que califica a Biden de criminal de guerra, también por su pleito abierto con una serie de personajes clave de Silicon Valley respecto a la misoginia con que se conducen.
E incluso ha sido señalada de deshonesta por otros periodistas.
Oliver Darcy, por ejemplo, apunta en su newsletter Status que buscó a Taylor Lorenz ante información que tenía en su poder respecto a que ella preparaba su salida del Washington Post.
Ella respondió que era categóricamente falso.
Con los periodistas actuando como creadores de contenido se hace aún más controvertido el límite entre la libertad y el libertinaje.
Entre el profesionalismo y el exceso con tal de sobresalir o de impactar con determinadas audiencias.
Taylor Lorenz está en ese límite.
Entre el rigor del periodismo y la apertura de los creadores de contenido.
Esa delgada línea es tan sencilla de romperse que es natural que Taylor Lorenz decida irse por la vía independiente.
Ahí podrá hacer lo que quiera.
Para bien y para mal.
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