Los problemas del New York Times: ¿cómo lidiar con las diferencias ideológicas de su propia redacción?
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Storybakers:
Son muchos los líderes de medios que me han compartido las dificultades actuales de encabezar una redacción.
Pasa que ahí convergen demasiados puntos de vista.
Lo hacen hacia adentro y hacia afuera.
Hacia adentro porque con cada vez mayor recurrencia existen miembros de la redacción empujando las historias que a su juicio deben ser contadas.
Esas historias, además, pueden atender a una agenda personal que valore de forma desmedida el impacto de las mismas.
Hacia afuera porque a la publicación de una historia en un medio puede seguir la emisión de una opinión contraria por parte de miembros de la misma redacción.
Para el día a día de las redacciones el generalismo comienza a ser un dolor de cabeza.
Si se piensa, es más fácil aunque no deseable, operar desde la militancia.
Ahí todos apoyan y argumentan a favor de uno.
Esa postura contribuye a crear fidelidad en una audiencia específica y bien definida.
Pasa en México, por ejemplo, con Latinus y Atypical TeVe.
Es ahí donde se concentran los usuarios que apoyan a la derecha.
Pasa del otro lado con Sin Embargo.
Es ese uno de los escaparates en los que se concentran los seguidores de la izquierda.
Para el generalismo, en cambio, no aplican esos protocolos de convivencia.
En esas redacciones plurales y diversas, lo que abunda es un continuo debate entre lo que debe ser publicado y lo que no.
Lo que es justo y lo que no.
Lo que es objetivo y lo que no.
Y a partir de esas perspectivas personales que se exacerban ante las tentaciones individuales de sobresalir en redes y encontrar a quienes comulguen con nuestra opinión, es aún más complicado ponerse de acuerdo.
El periodista hoy, como las personas en general, incurre en el activismo.
No sólo tiene una opinión.
Convierte esa opinión en una bandera, en una identidad comunitaria e incluso en una oportunidad comercial.
De ahí que en ocasiones estar o no de acuerdo con una historia deja de estar en el terreno del interés general para convertirse en un capricho de conveniencia personal.
La diversidad es necesaria para contar las historias con los mayores ángulos posibles.
Pero es también un desafío porque se tiende a perder la perspectiva del interés colectivo sobre el de unos cuantos.
A ese respecto, The New Yorker ha entrevistado a Joe Khan.
Él es editor ejecutivo del New York Times.
Le preguntan, por ejemplo, por cómo gestionar la unión de una redacción ante historias que pueden generar controversia.
Ponen como ejemplo el conflicto armado entre Israel y Palestina.
Hablan de cómo han surgido cuestionamos a dicha cobertura tanto de palestinos o pro-palestinos que sienten que son tratados de forma injusta como de israelitas o pro-israelitas que piensan que se les ha pintado como victimarios.
Reconoce entonces que parte del trabajo periodístico pasa por darle vueltas a cómo se pudo contar una historia.
A qué tipo de ángulos o perspectivas pueden haber faltado en un contexto marcado por la polarización.
I have hindsight every single day in every single news cycle on every story that we cover. There isn’t a single day or a single story where I don’t look back and say, “Hmm, I wonder if we could have given a little more prominence to this. I wonder if we should have gone back at that issue. I wonder if we should have asked another question this way. I wonder if the headline could have been tweaked a bit to be more sensitive to this point of view.” My job is defined by having second thoughts about the way we’re covering something essentially all day long.
Llega entonces el debate sobre esa delgada línea entre el respeto a la opinión de un periodista y el apoyo a otro periodista que forma parte de la misma redacción.
¿Se puede abrazar la pluralidad narrativa pero al mismo tiempo evitar la descalificación pública entre miembros de una redacción?
Para Joe Khan es necesario establecer límites.
Hacerle ver a un periodista que es libre de opinar lo que quiera en espacios privados.
Pero que a nivel institucional ha de apoyar al colega que ya de por sí puede estar teniendo que lidiar con reproches de la audiencia a través de redes sociales.
I think it’s really important that the rest of the staff understand that they need to stand behind their colleagues in those moments. So I do have less tolerance for internal criticism of each other as journalists. And I do think it’s important to build a culture where people feel they’re supported by their colleagues when they’re doing difficult stories, yes.
Al interior del Times, esa postura le ha significado críticas.
Algunos ven ese tipo de lineamientos o posturas como una manifestación en contra de la libertad de expresión.
Pero es que en la actualidad el periodista que forma parte de una redacción se siente tentado a cuestionar todas y cada una de las historias que se publican.
Muchas veces no a través del ojo de lo colectivo, lo estratégico y lo prioritario, sino del pensamiento personal, del individualismo y la comunidad cercana más que de la comunidad institucional.
Entre las muchas frases que deja Khan, destaca que a los periodistas les corresponde entender que si no están dispuestos a dejar de lado sus opiniones personales en defensa de la misión institucional, el New York Times no es su lugar.
I think it is really important for journalists to understand that the craft of journalism requires you to put the journalistic mission before your own personal views about the issues. We’re not going to neutralize people’s personal perspectives. We’re not going to remove them from their social context. We’re not going to require them to stop talking to their family. They are going to read and interact with news and events like anybody else. But when they’re working for the New York Times and they’re representing the New York Times and they’re reporting on sensitive stories for the New York Times, they have to put that journalistic mission first. And that mission requires openness. It requires a willingness to put your own personal views aside, and to put the facts first and reporting first and humility and understanding first. And if you can’t do that, then working in journalism, at least here, isn’t necessarily the right thing for you. We’re very clear about that with our staff. And I think our ethics guidelines reflect that.
La era de las redacciones diversas es sin duda mejor que la que entregaba el poder a un mismo género o a un mismo perfil.
Pero no está libre de nuevos dolores de cabeza.
Es un error ir con demasiado tiento a partir de la animadversión que pudiera generarse a partir de la publicación de una historia.
Es también un error buscar quedar bien con todos en tiempos en que la gente sólo quiere consumir aquello que cuadra con lo que piensa.
La diversidad es un logro indiscutible al interior de las redacciones.
Lo que no se debe permitir es que las agendas personales secuestren o comprometan la identidad y la misión de un medio.
Cómo lograrlo es uno de los grandes desafíos de los líderes de los medios en la actualidad.
Como pasa con Joe Kahn.
Y como pasa con todos los que han de gestionar entre las agendas y convicciones institucionales y las personales.
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