Jeff Bezos y Patrick Soon-Shiong: los multimillonarios le fallaron al periodismo
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Nota del autor:
Para dar su espacio a los movimientos de los principales personajes de la industria de los contenidos, he creado Networking.
Ahí podrás encontrar los principales anuncios en torno a directivos en la industria de los medios y los contenidos.
Si conoces un movimiento que deberíamos cubrir, escríbeme a maca@storybaker.co
Storybakers:
Al periodismo y a los medios les ha caído encima un golpe de realidad.
Los multimillonarios no serán nunca grandes defensores del periodismo.
No lo ha sido Jeff Bezos en el medio que durante el primer mandato de Trump promovió que la democracia muere en la oscuridad.
No lo ha sido Patrick Soon-Shiong con un LA Times que además de vivir uno de sus peores momentos como negocio dobla la rodilla ante el potencial regreso de Trump a la Casa Blanca.
En México, ha sido recurrente la decepción de ver cómo uno a uno los multimillonarios se alinean al grupo en el poder.
Pasa con Carlos Slim, dueño de Claro, que olvida las opiniones objetivas para simplemente decir que con este gobierno vienen grandes años para México.
Pasó con Televisa cuando Emilio Azcárraga Milmo identificaba públicamente a su televisora como un soldado del PRI, el partido que gobernó el país por más de 70 años.
Cuando los medios se convierten en oposición su postura suele no atender tanto a una convicción frente a lo que puede ser mejor para la sociedad como a una conveniencia económica.
En cuanto el gobierno mexicano recrudeció sus intenciones de que Ricardo Salinas Pliego y Grupo Salinas pagaran impuestos pendientes, TV Azteca y el resto de su red se convirtieron en enemigos declarados del gobierno actual tras haber sido claramente aliados del mismo en los primeros años de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México.
Pero lo que ha terminado por provocar un sismo internacional que deriva en reflexión para la ya de por sí golpeada industria de los medios han sido las abdicaciones de Jeff Bezos y Patrick Soon-Shiong con el Washington Post y el LA Times para evitarse problemas con un potencial segundo periodo presidencial de Donald Trump.
Cuando parecía que por fin el Washington Post escribía la hoja de ruta para su resurrección con el próximo lanzamiento de WP Intelligence y la potencial adquisición de Punchbowl, Jeff Bezos se ha cargado toda la inercia medianamente positiva y hasta la credibilidad del medio.
Ha vetado la posibilidad de que el Washington Post publicara el “endorsement” o mensaje de apoyo a Kamala Harris ante la naturaleza claramente fascista de Donald Trump.
Para la mayoría, Bezos ha dejado claro que Amazon y Blue Origin están por encima que la credibilidad del Washington Post.
Que los cohetes y el comercio electrónico valen más para él que la defensa del periodismo.
La molestia en torno a la decisión de Bezos ha sido tanto interna como externa.
Marty Baron, el gran referente de los momentos de gloria del Washington Post, ha señalado como “sospechoso” el momento en que se decide que el Washington Post no emitiera una postura para romper con una tradición que ha permanecido durante décadas.
Jonathan Capehart, Associate Editor del Post, calificó públicamente la decisión de Bezos como “abominable”:
Liz Cheney, ex congresista republicana, advirtió que lo menos que podía hacer ante semejante “acto de cobardía” por parte de Bezos era cancelar su suscripción al Washington Post.
Y como ella, de acuerdo a reportes periodísticos, miles de suscriptores se han dado de baja.
En Politico, dan cuenta de la renuncia de Michelle Norris como columnista del Washington Post.
Norris, que se sumó a Robert Kagan como la segunda columnista que renuncia tras la decisión de Bezos, calificó como un insultó la decisión del dueño del Washington Post.
It’s a terrible mistake, an insult to the paper’s own longstanding standard of regularly endorsing candidates since 1976.”
Kagan encontró aún mejores palabras para referirse al porqué de su decisión de no colaborar más con el Washington Post.
"If we want to know how Trump is going to stifle the free press in the U.S., this is the answer, especially when the media is owned by corporate titans who have a lot to lose if Trump is angry at them."
Habló también de una advertencia sobre lo que vendrá en el futuro.
Calificó la decisión de Bezos como una especie de capitulación anticipada de una gran organización de medios.
Desde el Washington Post, Lewis ha intentado matizar la decisión.
Afirmó que en realidad era para adoptar criterios de neutralidad que nunca debieron abandonar.
Que en realidad Bezos ni siquiera había tenido oportunidad de leer hacia donde iba el endorsement que hace el Washington Post desde 1976.
Pero el New York Times ha sacado sus garras para exhibir al que aún en declive es percibido como su principal competidor.
Da cuenta de una reunión en Miami en la que tanto Lewis como David Shipley, el editor de opinión del NYT, le hicieron ver a Bezos la importancia del endorsement.
Ya entonces, Bezos mostraba sus reservas.
Aseguran especialistas que un contrato de 3 mil 400 millones de dólares de Blue Origin con la National Aeronautics and Space Administration sería la principal razón de Bezos para romper con la tradición que por tantas décadas se había mantenido vigente.
Carece de sentido seguir apoyando la utopía de que los multimillonarios abrazan a los medios por responsabilidad social.
El único camino de los medios para no quedar tan expuestos a intereses de particulares pasa por en verdad monetizar a través de los usuarios.
Mientras aquello no sea la norma, los grandes empresarios tendrán a los medios como grandes herramientas de influencia política.
Aplica para la enorme cantidad de medios latinoamericanos que tienen como propietarios a multimillonarios.
Aplica también para una de las cabeceras más prestigiosas del mundo como el Washington Post.
Así de vulnerable es el periodismo en nuestros tiempos.
Así de necesaria es una modificación en los modelos de negocio que persiguen los medios y el periodismo para subsistir.
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