El problema de los micropagos a medios en Twitter
Y por qué la idea de Elon que parece buena no va a funcionar
Storybakers:
Escribo este envío desde Sevilla.
La de ayer en Málaga fue una noche especial para todos los que amamos contar historias en audio.
Se reunieron los máximos representantes del audio hispanoparlante en España, Latinoamérica y Estados Unidos.
Ahí estuvieron Ashley Frangie y Lety Sahagún de Se Regalan Dudas.
Ahí estuvieron los tres equipos de los podcasts diarios de El Mundo, El País y El Diario.es.
Ahí estuvieron Carolina Guerrero y Silvia Viñas de Radio Ambulante.
Ahí estuvo Poncho Herrera como el otro mexicano ganador de los Premios Ondas Globales del Podcast en la categoría de mejor actor.
Y ahí estuve yo junto al resto del jurado para ser parte de una reunión indispensable para todos los que siguen confiando en el audio.
Aquí una foto del recuerdo con los otros miembros del jurado.
¿Qué me ha quedado claro?
Que el podcast en Latinoamérica necesita la colaboración que sí que se ha generado en España.
Que en Latinoamérica necesitamos la apertura que ha tenido Prisa para organizar unos premios en los que es natural, posible y bien visto reconocer a su competencia cuando lo ha hecho bien.
Qu en Latinoamérica algo tenemos que aprender de la cultura de apoyo al formato y a la industria antes que a los intereses particulares.
La del podcast en Latinoamérica es aún una batalla de evangelización.
Y para evangelizar nada mejor que normalizar el que sin importar la empresa de la que formemos parte se aplauda, reconozca e identifique todo aquello que contribuya a la madurez del audio como industria.
No tiene sentido pelearse poco cuando existe la posibilidad de tener mucho más a través de esfuerzos compartidos.
El podcast en España nos lleva ventaja.
No es para que en Latinoamérica nos lamentemos, es para que nos atrevamos a recorrer el camino que ellos tienen andado.
Algo de luz sí que nos dan.
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Empiezo a sospechar que la culpa no la tiene Elon.
Que los responsables de que sus anuncios adquieran relevancia somos nosotros por reaccionar a ellos.
Pero es que estando en lo que estamos resulta complicado abstenerse de analizar la última ocurrencia de Musk respecto a su relación con los medios.
Esta vez no va de reírse de ellos.
No va tampoco de calificarlos como los grandes generadores del discurso de odio.
No va de cobrarles mil dólares mensuales para mantener su status como cuenta verificada.
Esta vez va de pretender reconciliarse con ellos a través de un esquema de micropagos.
Su tuit al respecto dice lo siguiente:
¿Por qué no se ve como si fuera un tuit?
Porque desde que Elon se molestó con Substack es imposible hacer embed de tuits.
Por eso hice screen de lo compartido por Joshua Benton en el Nieman Lab.
El anuncio a simple vista entusiasma.
Pasa que es tradición que a los medios nos entusiasme todo lo que huela a monetización.
Y digo huela porque en muy pocas ocasiones esas promesas han sido algo más que un aroma pasajero que en casi nada queda en el olvido.
Los medios nos comimos la promesa del amor eterno de Facebook.
Nos pasó tanto cuando nos abrió la llave del alcance a nuestros sitios como cuando se volcó a que hiciéramos video.
Los medios también nos hemos comido las promesas de TikTok y YouTube respecto a que tarde o temprano llegará un sistema de monetización que haga justicia a lo que pensamos merecer.
Twitter, curiosamente, había podido mantenerse al margen de esas promesas hasta antes de Musk.
Era tanto el ego y la vanidad que se movía en los 140 caracteres que después se convirtieron en 280 que no hacía falta más promesa que la notoriedad para el individuo.
A nivel tráfico la aportación de Twitter ha sido más bien nula.
Lo ha sido tanto que una de las primeras mentiras de Musk ya como dueño de Twitter ha sido asegurar que la plataforma era de las más grandes generadoras de tráfico para los sitios.
Recibió tantos desmentidos en segundos que terminó por borrar aquella publicación.
A nivel monetización la métrica ni siquiera ha salido del cero en la casilla.
No ha existido nunca en Twitter un modelo de ingresos para los medios.
Hasta ahora que los medios cada vez menos quieren estar en Twitter.
Y peor aún, hasta ahora que incluso los periodistas se preguntan si vale la pena seguir en una plataforma en la que o pagan o dejarán de tener alcance.
La de los micropagos no es una idea original.
No ha sido tampoco una idea exitosa.
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