El momento Taylor Swift: el futuro del deporte profesional está en la relevancia cultural multigeneración
El sportainment como responsable de los máximos picos de audiencia
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Es Taylor Swift.
Es Usher.
Es Bob Esponja.
El futuro del deporte pasa por el entretenimiento.
Por esas referencias culturales que escapan del nicho más apasionado para hacerse mainstream.
El Super Bowl LVIII no habría sido el más visto de todos los tiempos de no ser por esos elementos adicionales que lo convierten en un acontecimiento.
Hace tiempo que lo sabe la NFL.
El show de medio tiempo es de las más grandes iniciativas que se han generado en la historia del deporte profesional.
Pero este año la NFL ha extremado su interés por la relevancia cultural.
En The Ringer lo califican como la era WAG de la NFL.
La tendencia la encabeza Taylor Swift por su noviazgo con Travis Kelce.
Pero ahí están también una serie de influencers y personalidades relacionadas sentimentalmente a jugadores de la NFL.
Ahí está Simone Biles, esposa de Jonathan Owens.
Ahí está Olivia Culpo, prometida de Christian McCaffrey.
Ahí está Kristin Juszczyk, esposa de Kyle Jusczyk.
Esta última es el más fiel reflejo de lo que puede surgir a partir de la interacción de grandes referentes culturales con el deporte profesional.
Alcanzó notoriedad mundial cuando decidió diseñar una chamarra de los Kansas City Chiefs para Taylor Swift.
Sin saberlo y sin conocer las medidas de Taylor, Kristin aprovechó su amistad con la esposa de Patrick Mahomes para pedirle que le entregara la chamarra a Taylor Swift.
Taylor decidió usarla en el juego entre Kansas y Miami.
La imagen se ha hecho tan viral que Kristin terminó cerrando un acuerdo de licenciamiento con la NFL.
Kristin como diseñadora.
Taylor Swift y Britanny Mahomes como modelos.
Lo de Kristin va más allá de un side project que convirtió en emprendimiento.
Fue su respuesta a la necesidad de poder vestir algo relacionado a la NFL que estuviera en verdad dirigido al público femenino.
Esa necesidad desatendida acompañada por el contexto correcto la llevó a tener más de 1 millón de seguidores en Instagram.
Y a organizar una subasta de caridad en el fin de semana del Super Bowl.
El Super Bowl ha sido para la NFL una ocasión perfecta para atraer a distintas audiencias.
Lo consiguió a lo largo de las últimas semanas con Taylor Swift como estandarte.
Pero también a través del insospechado giro fashionista que le ha puesto Kristin a la NFL.
Y lo seguirá haciendo.
Como con esta chamarra en que incorpora los distintos escudos de los equipos en que ha jugado su esposo.
Lo consiguió también a través de la transmisión alternativa desde Fondo de Bikini.
E incluso con el halftime show protagonizado por Usher.
El efecto Super Bowl ha vuelto a quedar comprobado.
Los streams de Usher en Spotify crecieron un 550% a partir de su presentación en el Super Bowl.
Los precios de boletos para sus conciertos se incrementaron un 40%.
Tick Pick, de acuerdo a información de Joe Pompliano, señala que el 38% del total de boletos vendidos para el próximo tour de Usher se produjeron después del show del medio tiempo.
La NFL está abrazando esa diversidad de audiencias que necesita.
Su lugar como el deporte número uno entre los estadounidenses se mantiene.
Pero también está latente su preocupación por el hecho de que su fan promedio tiene más de 50 años.
De ahí que sea tan relevante abrazar las transmisiones alternativas que capturen a nuevas generaciones.
De ahí que sea tan relevante incentivar que en sus tribunas estén Taylor Swift y Britanny Mahomes creando un nuevo estilo para ver, apoyar y lucir en la NFL.
La base de esos aficionados de 50 años o más le permite a la NFL seguir siendo el estandarte del deporte estadounidense.
Pero la proliferación de tentáculos que atrapan a audiencias más allá del nicho es la que le permitirá seguir contando historias de éxito en la escena mainstream.
El deporte es ante todo entretenimiento y estilo de vida.
La NFL lo tiene claro.
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