Donald Trump,Taylor Swift y Simone Biles: la era del fan art y del fake fan art

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Nota del autor: Si aún no lo han hecho, los invito a escuchar la nueva entrega del podcast de Story Baker para profundizar en la expansión internacional de Olé en México y Estados Unidos, así como en su estrategia como uno de los medios que ha adoptado el streaming para fortalecer su relación con la audiencia.

Escuchen aquí mi conversación con Javier Kraviez, Chief Digital Officer de Clarín, y Mariano Dayan, Director de Olé.

Storybakers:

Se avecinan tiempos complejos en redes sociales.

La desinformación alcanzará nuevos niveles a partir de la falta de gobierno que impera en las plataformas.

A ese factor de creciente desinterés en el que tanto Meta como X han optado por reducir sus esfuerzos de moderación, se suma la inteligencia artificial como herramienta y pretexto para que circulen contenidos falsos presentados como iniciativas de fanáticos.

Es en el fan art en lo que puede excusarse Donald Trump, en el dudoso caso de que le interesara hacerlo, al explicar por qué y cómo fue que compartió una serie de imágenes falsas de Taylor Swift y sus seguidoras respaldándolo en su carrera presidencial.

Lo hizo desde Truth Social, su propia red social.

Ahí donde queda claro que no habrá ningún tipo de censura hacia lo que sea que quiera publicar.

Compartió las imágenes como si fueran reales.

Las mismas imágenes han circulado en X donde queda claro que no hay ni equipo humano ni voluntad por detener este tipo de imágenes falsas.

Primero, porque siempre está abierta la posibilidad de que en verdad hayan sido creadas por fanáticos utilizando inteligencia artificial.

Después, porque en X lo que abunda es el desgobierno, sobre todo si encaja con las filias de Elon Musk.

Apalancado de la IA, el fan art cobrará nuevas dimensiones en los tiempos por venir.

Será, como todo lo que emerge en aras de la relevancia cultural, una comprobación de aquello que trasciende entre seguidores que deciden convertirse en creadores.

Pero también el argumento preferido de políticos que harán y desharán en el nombre de los fans sin que tengan que pagar las consecuencias por ello.

Para las marcas también se abre una oportunidad que provocará debate constante.

Durante los Juegos Olímpicos no hubo imagen comercial más viral que la de Simone Biles integrando el logo de Mercedes Benz.

Aún en estas fechas, usuarios y numerosos “analistas” de marketing enaltecen las bondades de ese supuesto anuncio en el que Simone Biles con toda su estética forma el logo de Mercedes Benz.

Vean particularmente la primera de estas imágenes.

La imagen es falsa.

Es producto de un fan art realizado por Zed Anwar.

Un director de arte independiente que ha aprovechado para contar su historia como un talento que no ha encontrado el apoyo en las estructuras tradicionales y que incluso ha sido objeto de robo por agencias establecidas.

No existe ningún tipo de relación oficial entre Simone Biles y Mercedes Benz.

En este caso es altamente creíble que el origen del meme haya sido el del ingenio de Zed Anwar.

Pero eso no elimina el que la imagen haya sido vista más de 100 millones de veces.

Que el “fan” que realizó la imagen haya cobrado notoriedad mundial gracias al uso de dos marcas de las que no es propietario.

Y que Simone Biles haya sido relacionada sin una paga de por medio con Mercedes Benz.

El fan art pinta para ser imposible de regular.

Está arraigado en la cultura de los contenidos que los fans puedan crear contenido a partir de las marcas, figuras y propiedades que les interesan.

Pero también está ese terreno peligroso en el que mucho de ese fan art pudiera en realidad ser idea de marcas y políticos que basados en la cultura del fan podrán hacer lo que quieran.

Como ha hecho Donald Trump con Taylor Swift.

O como podría haberlo hecho Mercedes Benz con Simone Biles.