Animal Político en México, Politico en Estados Unidos: ¿será posible desvincular a los medios de su relación con el poder?
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Storybakers:
La clase política tiene en un puño a los medios.
Se ha sabido siempre a partir de la influencia del presupuesto gubernamental como fuente de ingresos.
Pero es ahora cuando se vuelve tan transparente a partir del uso a conveniencia que esa misma clase política está haciendo de su relación con los medios.
Es un error de raiz.
Un vicio que los medios no debieron permitirse.
Un conflicto de intereses del que escapan apenas unos cuantos que optan por prescindir de esos ingresos hasta que la soga les aprieta el cuello.
Esa realidad a todas luces inocultable alcanza nuevos niveles de afectación cuando son los propios políticos los que salen a exhibir a los medios.
Los que se dicen extorsionados.
Los que dicen recibir amenazas en las que o invierten en esos medios o serán objeto de persecución mediática.
Javier Milei ha sido de los más enfáticos.
Elon Musk, en esa peculiar combinación de multimillonario, editor en jefe del gran medio algorítmico y funcionario no electo, se ha encargado de erigirse como el gran abanderado.
En México, López Obrador visibilizó como ningún otro presidente en México los puntos débiles de los medios.
Esos que cuestionan su integridad.
Esos que apuntan directo a minar la oferta de credibilidad con la que se presentan ante la audiencia.
Dio entonces paso a medios y creadores alternativos.
Pasamos de los medios de siempre a nuevos creadores y medios alineados a los intereses del gobierno.
En parte como nunca antes.
Pero también en parte como siempre.
Porque cada periodo presidencial tiene sus medios preferidos.
Porque son muchos los que cuando las olas políticas no operan a su favor activan el modo supervivencia para estar ahí el día en que la marea vuelva a beneficiarlos.
El problema para los medios es que ahora hasta las figuras han cambiado.
Ya no se requieren organizaciones enteras.
Se requieren creadores con gran poder de convocatoria.
Y mientras a esos creadores, youtubers o tiktokers se les empodera frente a sus comunidades.
Como ha ocurrido con el reciente llamado de la Casa Blanca a creadores de contenido.
Los mismos a los que les ha prometido asientos en primera fila dentro de las conferencias de prensa.
Y como ha ido ocurriendo con el ecosistema de medios mexicanos colapsado por el ejército de youtubers respaldando al partido en el poder.
El escenario no hace más que empeorar.
En estas últimas horas se ha destapado un escándalo que pone en tela de juicio a una de las más grandes startups de los últimos años en Estados Unidos.
Entre Elon Musk y Donald Trump se han encargado de poner en jaque a Politico.
En jaque reputacional.
Pero también en jaque presupuestal.
Lo han hecho en parte con fake news.
Pero también han apretando con datos y acciones que son mucho más que aseveraciones falsas.
DOGE, el organizanismo de eficiencia gubernamental comandado por Donald Trump, ha activado la cancelación de el equivalente a 8 millones de dólares en suscripciones que el gobierno federal de Estados Unidos le pagaba a Politico Pro.
El anuncio de la secretaria de prensa, Karoline Leavitt, se produjo después de que influencers del ecosistema MAGA Media asegurara que el USAID, la agencia de Estados Unidos para el desarrollo internacional, había financiado a Politico.
La información resultó falsa.
Pero no los 8 millones de dólares que invertía el gobierno para recibir información especializada en torno al Congreso por parte de Politico.
Desde Politico han intentado minimizar el hecho.
Hablan de un reacomodo.
De una apertura a conversar.
Pero el daño está hecho.
A nivel reputacional y a nivel económico.
En México, tras 15 años como director editorial, Daniel Moreno Chávez ha dejado la dirección editorial de Animal Político.
Lo hace, asegura, para atender un deseo de volver a sus orígenes como reportero.
Pero en la lectura entre líneas estará siempre que los mejores tiempos de Animal Político se acabaron en cuanto Morena se hizo con el control en México.
Su historia, como la de la gran mayoría de medios políticos en México, se cuenta a partir de su relación con el poder.
No es que nunca fuera incómodo para gobiernos anteriores.
No es, por fuerza, que sirviera a intereses específicos.
De hecho, Animal Político fue pilar de muchas de las investigaciones que cimbraron a anteriores gobiernos.
Pero su realidad económica nunca fue tan brillante como en aquellos tiempos.
Y no lo será.
Por más que un medio no dependa de una sola persona.
En el contexto también, está el rol que jugaba Animal Político como fact-checker.
Ahí también se ha cerrado una fuente de ingresos recurrente a partir del reacomodo ideológico de las tecnológicas para alinearse con el nuevo orden mundial orquestado por Donald Trump.
Politico en Estados Unidos y Animal Político en México son dos de los máximos representantes del periodismo político.
Ambos han sido disruptivos a su manera.
Ambos gozan de credibilidad, de buena reputación y con años de historia construida.
Pero eso no ha podido impedir que hoy sus marcas estén expuestas al poder político.
A la amenaza presupuestal.
A la descalificación desde espacios oficiales.
Y a la potencial duda de una audiencia que cada vez tiene menos claro en quién creer.
De eso los políticos se están encargando.
En gran parte con mentiras.
Pero también, en parte, con hechos y con dinero de por medio.
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